Dios levante a personas fieles

de Mariana Segurado, el miércoles, 27 de julio de 2011, 23:03

Amados hermanos, hoy, en tiempos de mucha crueldad y menosprecio, con una generación materialista, amantes de los lujos y el placer, sin amor, ni afecto, que no saben reconocer la gloria de Dios; se han levantado hombres y mujeres para liderar y llevar adelante un trabajo en determinado lugar del mundo.

Una de las cosas que necesita el líder es que Dios levante a personas fieles, que sean de apoyo. Que los cuiden de los peligros, de la mala voluntad de muchos falsos “hermanos” que, encubiertamente, se acercan a ellos.

El apóstol Pablo fue víctima de esos falsos “hermanos” que, fingiendo amor y deseo de estar con él, al darles la espalda, lo traicionaron, difamaron y se opusieron a su ministerio.

Por este y otros motivos, se necesitan personas de apoyo, que amen y sean fieles a Dios y a su líder. Los inmediatos a él, sus familiares, son los primeros que deben apoyar la labor. Todos los que están cerca a un Siervo de Dios, deben colaborar con él fielmente, y no dejarse llevar por el diablo para atacar o destruir.

En Éxodo 17:8-16, encontramos el caso de Moisés, con más de 80 años de edad. La Biblia presenta a este hombre con unas cualidades extraordinarias. Conduciendo al pueblo de Israel por el desierto, camino a la tierra prometida, tuvo que pelear con Amalec. Moisés dio instrucciones a Josué, servidor suyo, para enfrentar al enemigo: “Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano. E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; Moisés, Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro, así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. Y Josué deshizo a Amalec…”

La Biblia describe a los hombres escogidos por Dios como seres humanos con características normales: débiles, que se cansan, que tiene hambre, que pueden rendirse por la carga. Vemos que Moisés se cansaba también, y era necesaria la presencia de dos hombres que le ayudaban. Cuando Moisés levantaba sus manos en señal de adoración a Dios e implorando su favor, Israel tomaba ventaja; pero cuando se cansaba y bajaba los brazos, prevalecía Amalec. Es así que Aarón y Hur se dieron cuenta de la realidad humana de Moisés, que aunque era un hombre de Dios, necesitaba de la fidelidad de sus ayudantes; se dieron cuenta que Dios los había llamado para esa hora y los había puesto cerca a su líder. Dios los había unido para que fuesen una ayuda, y fortalezcan en determinado momento las manos de Moisés. Se percataron que su líder necesitaba ayuda, que debían tomar sus brazos y levantarlas a Dios, entonces ya no eran solamente las manos de Moisés, sino también las de Aarón y Hur, que se levantaban también, para implorar el favor y la gracia de Dios.

Fue importante que comprendieran que el apoyo era necesario. Entendieron que Moisés los requería. Mientras Moisés bajaba los brazos, descansaba, pero morían israelitas en el campo de batalla. Aarón y Hur, al ver esto, reaccionaron y dijeron: “El secreto está en que mientras Moisés se mantenga intercediendo, nuestro pueblo prevalecerá, porque Dios esta de nuestra parte”. Inmediatamente levantaron sus brazos, y los enemigos empezaron a caer. Pero ellos también se cansaron, entonces colocaron una piedra y lo sentaron, sostuvieron sus brazos e Israel prevaleció, obteniendo una gran victoria.

En estos días difíciles, es necesario que se levante una generación valiente que rodee con lealtad a los hombres de Dios, sin interés alguno. ¡Cuándo se es espiritual, no importan el dinero, ni las posesiones; la única gloria que se busca es la de Jesucristo!

Es deber del colaborador guardar a su líder en lo espiritual y moral. Orar por él, estar atento a sus necesidades, no permitir que nadie le haga daño, estar a su lado para apoyarlo y animarlo a alcanzar sus metas, garantizando su respaldo incondicional; pues es su privilegio.

Su apoyo y colaboración es importante, no mañana, ni dentro de unos años, sino ahora.